Tercera sección

Toda vida tiene lugar en el “circuito natural de la vida” 

En relación con su función de criterio de racionalidad y de verdad, la vida es también principio ético de juicio: frente a todas las situaciones y circunstancias que se puedan presentar, es importante y  necesario elegir el camino que asegura la reproducción de la vida, que facilita su desenvolvimiento, que levanta los obstáculos que la amenazan, que decide transformar las instituciones que la aplastan.


 No hay un sentido de la vida más allá de ella misma, pues el sentido de ella es “vivirla”, lo más y mejor posible, gozarla y disfrutarla. En este punto no existe una interpretación  egoísta o individualista, pues la afirmación de la vida como perspectiva manda  a las posibilidades de todas las formas de la vida y, dentro de ellas, de la vida humana, entre las cuales la individualidad es sólo una forma histórica, desarrollada así  como la conocemos en la Modernidad occidental. La vida individual de cada uno no está excluida de la siguiente  filosofía:  (“el sentido de la vida es vivirla”), pero está adentro de la vida colectiva, de la que participan todos y todas, incluida la naturaleza.


 En el caso de los seres humanos, cada uno  vive en la sociedad, depende de ella para desarrollar y satisfacer sus necesidades y, es la respuesta de un conjunto de fenómenos sociales, nacidas en un concreto momento de la historia de la humanidad y de las reseñas históricas personales. 

También la sociedad humana está unida a la naturaleza, con la cual debe tener un metabolismo a fin de inculcarla a cambios  que le permitan  producir los objetos necesarios para la satisfacción de las necesidades sociales e individuales. La vida humana, por tanto, es parte de un circuito natural y  completo de la vida en general.

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